Los días cada vez pasan más rápido. Entonces, los meses también se acortan y los años ya no duran lo mismo que antes. Pueden ser simples sensaciones para algunos, pero para la mayoría que vivimos corriendo es más que eso y el vivir como si la vida terminara mañana intentando hacer todo cuanto antes (o completamente lo contrario) nos imposibilita de que veamos, escuchemos o disfrutemos de lo pequeño. Y no me refiero a la pequeñez adornada de poesía romanticona, como el último rayo de sol que alumbra el mar al caer la tarde, más bien esa que sucede tantas veces al día que se transforma en un hábito y por lo mismo, lo dejamos de ver.
Actos comunes y corrientes, movimientos repetitivos, en resumen: la vida misma.
El fotógrafo Nicolas Ritter, en su proyecto One individualiza micro-escenas que se generan dentro de una multitud pero que el ojo no ve. Sus fotografías nos obligan a fijar la vista en esos actos perdidos y ocultos tras el grupo de personas reforzándolo todo gracias al movimiento repetivo que le agrega a esas pequeñas acciones. Pero no todo es tan obvio, en la mayoría hay que hacer el ejercicio visual (casi a lo Where´s Wally?) y hacer descubrimientos de estas micro-escenas que están escondidas dentro de la inmovilidad.
Reconozco que me gustó el ser obligada a permanecer mirando una fotografía por más tiempo. Generalmente el ítem exposición-fotográfica es el útimo y menos esperado de mis recorridos en cualquiera de mis visitas a un museo/galería.
Acá les dejo algunas de las imágenes de One
Todas las imágenes acá
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